Stablecoins en Corea del Sur: ¿avance o riesgo?

Atrás En Corea del Sur, la discusión sobre la legalización de stablecoins vinculadas al won está ganando impulso. El partido gobernante ya está preparando proyectos de ley para crear un marco legal para tales activos, y el nombramiento del exjefe del centro de análisis de blockchain Hashed a una posición política clave solo ha acelerado este proceso.

Los defensores de la implementación enfatizan: el país no puede permitirse quedarse atrás de Singapur y Hong Kong, donde ya se están formando marcos regulatorios para monedas digitales. Al mismo tiempo, las stablecoins extranjeras ya se están utilizando en Corea, lo que amenaza la estabilidad de la moneda nacional en ausencia de control.

Sin embargo, el Banco de Corea advierte sobre los riesgos: desde la fuga de capitales y fallos del sistema hasta el debilitamiento de la influencia en la política monetaria. No obstante, las iniciativas se están multiplicando: Dunamu y Naver Financial están desarrollando su propia stablecoin, KakaoPay y KakaoBank están registrando marcas, y los ocho bancos más grandes se han unido para lanzar un token vinculado al won.

Según las previsiones de UBS, las stablecoins serán las primeras en penetrar en el ámbito de los pagos debido a las bajas tarifas y las transferencias instantáneas. Para 2030, su volumen podría oscilar entre 8 y 128 billones de won, dependiendo del entorno regulatorio y los incentivos para los usuarios. Los ingresos de los emisores de reservas se estiman en 1-2 billones de won.

La historia muestra: el apoyo gubernamental acelera la adopción de tecnologías. Anteriormente, los incentivos fiscales ayudaron a que las tarjetas se convirtieran en algo común; medidas similares podrían funcionar para las stablecoins también. Los gigantes fintech como KakaoPay y NaverPay, que han desarrollado ecosistemas de pago, tienen todas las posibilidades de superar a los bancos si el regulador les permite emitir tokens.

En última instancia, el éxito de las stablecoins en Corea depende de cómo las autoridades equilibren la innovación y el riesgo financiero. Las expectativas son altas, pero el resultado final aún no está claro.